miércoles, 30 de septiembre de 2009

AMENAZADO POR EL AGUA

Aqui anexo la noticia publicada en el universal, sobre el pueblo de Temacapulín que amenaza con se sumergido por la cosntrucción de una presa en el río Verde. ya por último para pasar a la noticia, cabe recordar que el Proyecto de la Parota en el Río Balsas, que se demostró, además de que se quería desalojar tambíoen a varios pueblos, el impcto ambiental era alto, y hoy el proyecto de la Parota esta cancelado por los costos que sehan elevando por la crisis.

Luchan contra la corrienteHabitantes de Temacapulín, Acasico y Palmarejo, en los Altos de Jalisco, rechazan el proyecto de la Conagua y por lo tanto ser reubicados. Han organizado marchas, foros y protestas; ya interpusieron varios amparos contra la obra. La dependencia afirma que se beneficiarán 2 millones y medio de pobladores y advierte que si no venden, se expropiará
Gómez Durán Enviada El Universal Miércoles 30 de septiembre de 2009 PRIMERA DE DOS PARTES
claudia.gomezd@eluniversal.com.mx

TEMACAPULÍN, Jal.— La frase inscrita en la cima del cerro de la Cruz recibe a quienes visitan esta zona de los Altos de Jalisco: “Desde el Siglo VI Temacapulín te saluda”. Cuando se está en el pueblo, otras consignas pintan el paisaje y muestran el sentir de una comunidad que lucha por evitar que se le borre del mapa. Están en las bardas de las casas, en puertas, en autos, en ventanas, en la plaza: “Temaca no se vende”, “No a la reubicación”, “Bienvenidos a Temaca, donde el gobierno no respeta los derechos humanos y no cumple lo que promete”.

Hace tres años los poblados de Temacapulín, Acasico y Palmarejo fueron condenados a desaparecer. La Comisión Nacional del Agua (Conagua) planea construir en el río Verde la presa bautizada como El Zapotillo, cuyo embalse sepultaría bajo el agua a estas tres comunidades.
Sus habitantes han decidido no quedarse con los brazos cruzados. Se han organizado para evitar la reubicación y, dicen, están dispuestos a defender sus poblados, casas y tierras de cultivo hasta las últimas consecuencias.

“El pueblo está enojado, está indignado... Yo aquí nací y aquí terminaré”. Lauro Jáuregui tiene 88 años, “poquitos”, dice. Sus palabras se repiten como eco en la voz de sus vecinos que coinciden en una sola consigna: “No a la reubicación”.

El proyecto El Zapotillo se anunció en mayo de 2006. En ese entonces, el gobierno de Jalisco aseguró que la presa tendría una cortina de 80 metros. Un año después, cambió los planes. La cortina sería de 150 metros y, con ello, su embalse ocuparía un área de 4 mil 500 hectáreas, por lo que inundaría a Temacapulín, Acasico y Palmarejo, cuyos habitantes tendrían que ser reubicados.

De acuerdo con la Conagua, instancia federal responsable del proyecto, la presa El Zapotillo permitiría dotar de agua potable a la ciudad de León, Guanajuato (1 millón 95 mil habitantes); a los Altos de Jalisco (316 mil personas) y a una parte de la zona conurbada de Guadalajara (950 mil personas). Su vida útil sería de 30 años y su costo estimado es de 8 mil 10 millones de pesos.

Poblados con historia

Temacapulín se encuentra entre cuatro cerros, en el municipio de Cañadas de Obregón, a 132 kilómetros al noreste de Guadalajara. Sus habitantes aseguran que en la zona hay cuevas en los que se han encontrado vestigios de asentamientos humanos que datan del siglo VI.

El pueblo se distingue por su limpieza y por lo bien cuidados que están sus lugares públicos: la plaza, el jardín del kiosco y el atrio de la iglesia. Esta construcción es una de las más antiguas del poblado. Se trata de la basílica de Nuestra Señora de los Remedios que recién cumplió 250 años, según se lee en la placa conmemorativa que colocaron los feligreses.

Esta iglesia, al igual que el Templo de Acasico, están considerados como monumentos históricos, de acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

“No es posible que un pueblo tan antiguo lo quieran acabar nada más porque sí”, reclama Lauro Jáuregui y se enoja aún más al recordar que los pobladores se enteraron de que Temacapulín quedaría bajo el agua de la presa a través de los medios de comunicación.

“Con el plan de la presa se nos vino la desgracia encima. Nos sentimos tan tristes y con una pena, como si tuviéramos a un ser querido tendido”. El lamento de Isaura Gómez Guzmán se convierte en coraje conforme habla de lo que pasa en Temacapulín: “El gobierno no se imagina lo que nos está perjudicando”.

Ella nació en este pueblo hace 72 años y hay algo que no entiende: “La presa de El Salto tiene 16 años, dijeron que iba a dar agua a la zona de los Altos y, hasta la fecha, no han dado agua a nadie. ¿Para qué quieren esa presa?”.

María del Consuelo Carvajal también vive en Temaca, como le dicen a este pueblo. Ella enumera las bondades de la zona que se quiere inundar con la presa: “Hay mucha cantera, arena, aguas termales, todo eso se perdería con el agua”.

Temacapulín es famoso en la región de los Altos de Jalisco porque en el pueblo hay varios nacimientos de aguas termales. Incluso, hay un balneario con varias albercas y pequeños toboganes. “Aquí no necesitamos calentar agua para bañarnos”, presume Juan José Hernández. En unas semanas más nacerá su segundo hijo. “Mis abuelos, mis padres nacieron en Temaca. Yo crecí aquí. Quiero que mis hijos también vivan aquí”.

Isaura Gómez lo dice en una frase: “Estamos entre cerros, pero aquí somos felices”.

En entrevista, Raúl Antonio Iglesias Benítez, director general del organismo de Cuenca-Lerma-Santiago-Pacífico de la Conagua, del cual depende el río Verde, señala que las tres poblaciones afectadas por la presa “no llegan a mil habitantes, y aquí estamos hablando de 2 millones y medio de habitantes (que se beneficiarán)... (a los afectados) no los estamos dejando afuera, ni los lanzamos a la calle, ni los acribillamos”.

Los hijos ausentes

“En Temacapulín ahora hay 450 pobladores, pero mínimo hay 2 mil personas que viven aquí, muchos salen por temporadas a trabajar afuera y la mayoría son propietarios de casas y terrenos de cultivo”, explica el delegado municipal del poblado, Clemente Torres Yánez.

“Dicen que somos poquitos. Para ellos quizá sí lo seamos, ¿y por eso no contamos?... pero hay muchos hijos ausentes y ellos también defienden a sus pueblos. Ellos son los que han hecho buena parte de las obras en Temaca, porque apoyo del gobierno no tenemos”, dice Isaura Gómez.

Los “hijos ausentes” de los que habla son todos aquellos migrantes que han salido de estos poblados para ir a trabajar o vivir a las ciudades de Guadalajara, Monterrey y Tijuana; así como a Estados Unidos, principalmente a Los Ángeles y a San Francisco. La mayoría de ellos visita Temacapulín, por lo menos, una vez al año, sobre todo durante la fiesta del pueblo que se celebra en los primeros días de enero, refiere.

Desde que se enteraron del proyecto se organizaron en comités. “Hay en Guadalajara, Monterrey, Tijuana, Ensenada, Los Ángeles, San Francisco. En total somos más de 3 mil hijos ausentes”, asegura María de Jesús García, quien forma parte del comité Hijos ausentes de Guadalajara. “Aunque estemos lejos, defendemos nuestro terruño, nuestra tierra. No cerramos los ojos al progreso, pero sí cerramos los ojos a un progreso ciego”.

María de Jesús señala que si los hijos ausentes están fuera de Temacapulín es “por el trabajo, pero la querencia la tenemos allá. Somos hijos ausentes, pero no indiferentes”.

Luis Villegas fue un hijo ausente, pero de Acasico, otra de las comunidades que se inundarían si se construye la presa El Zapotillo. Durante 27 años trabajó en la ciudad de Los Ángeles, “me fui pobre, afortunadamente me tocó trabajar, regresé y compré aquí unos terrenos y ahora resulta que me los quieren inundar”.

“Nos quieren dar 10 mil pesos”

Luis Villegas tiene ganado y siembra maíz, calabaza, frijol y chile. Los habitantes de Temacapulín, Acasiaco y Palmarejo viven, en su mayoría, de la agricultura y el ganado.

“El gobierno no piensa que empobrecerían toda la región, porque las mejores tierras están aquí. ¿Dónde van a sembrar los agricultores? ¿Dónde van a pastar su ganado? Las mejores tierras las quieren inundar... el gobierno debería cuidar las tierras fértiles, porque de ella se mantiene la gente de la ciudad”, dice Isaura Gómez.

Alfonso Íñiguez Pérez tiene 76 años, pero su vitalidad lo hace verse mucho más joven. Él asegura que los habitantes afectados han solicitado a Conagua que construya la presa en otro lugar conocido como Loma Larga II, donde no se afectaría a ninguna comunidad. Sin embargo, Raúl Antonio Iglesias Benítez, director general del organismo de la Cuenca-Lerma-Santiago-Pacífico de la Conagua, asegura que el “único lugar idóneo para hacer la presa” es El Zapotillo.

También afirma que la gran mayoría de los habitantes de Acasico y Palmarejo ya aceptaron la reubicación, incluso, dice, “ya definieron el sitio del centro de población... En Temacapulín sí hay problemas (rechazo a la reubicación), pero no es generalizado, no son más de 20 gentes”, asegura.

Iglesias Benítez explica que para los afectados por la obra hay dos alternativas: “que les compremos su casa, solar y todas las tierras, o que los reubiquemos. Las casas nuevas serán de 150 hasta 200 metros cuadrados... Les vamos a dar una casa habitación con todas las modernidades y mejoramientos urbanos”. La Conagua, asegura, invertirá en la compra de terrenos poco más de 200 millones de pesos. También aclara que, “en caso de que la gente no quiera vender, se expropiará”.

Las palabras del funcionario no concuerdan con lo que afirman los pobladores. En Acasico, pueblo que pertenece al municipio de Mexticacán, varias casas tienen colgados un letrero que dice: “Aquí en Acasico lo primero es casa, vida y tierra”.

Mercedes Quirarte, quien vive en Acasico y siembra maíz y cacahuate, enumera los ofrecimientos que han recibido de funcionarios de Conagua: “El año pasado vinieron y dijeron que pagarían 10 mil pesos por cada casa. También nos dijeron que nos iban a reubicar allá arriba, en una zona donde sólo hay piedras, ahí no hay tierra para sembrar, tampoco hay agua. Les preguntamos si iban a reubicar el jardín de niños, la primaria, el centro de salud, el panteón. Nos contestaron: ‘Los muertos se van a quedar bajo el agua a pescar’. Es una injusticia lo que quieren hacer”.

Marco Von Bortel, del Instituto Mexicano de Desarrollo Comunitario (IMDEC) y del Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos (Mapder), advierte: “En los últimos 50 años, no conocemos un caso en que las comunidades tengan mejores condiciones de vida después de haber sido reubicadas como consecuencia de una presa”.

Como ejemplo, menciona el caso de la presa de Cerro de Oro, en Oaxaca: “Los afectados tienen 37 años pidiendo que se les indemnice”.



Música y amparos para un pueblo

Para defender a sus pueblos, los habitantes de Temacapulín, Acasico y Palmarejo han organizado marchas, foros y protestas. Internet ha sido una de sus principales herramientas de resistencia. Los “hijos ausentes” y organizaciones sociales que los apoyan han creado páginas en donde se informa sobre la situación de los poblados. También se han hecho videos, disponibles en Youtube, y hasta han compuesto algunas canciones:

“Entre cuatro cerros se encuentra mi pueblo.. / me fui para el norte para progresar/ volver a Temaca y vivir en paz... hoy salen con cuentos/ cantos de sirena/ nos hablan bonito/ nos quieren marear/ hablan de una presa/ la del Zapotillo/ donde dice Emilio/ me quiero bañar/ hablan de dinero/ nuevo asentamiento/ prometen el cielo/ lo quiero creer...”.

La defensa también ha sido legal. Claudia Gómez, abogada del colectivo COA, brinda asesoría a los habitantes de las comunidades afectadas. A los pobladores, resalta, se les están negando el derecho a la propiedad, la participación, el desarrollo, la vivienda, la salud y al medio ambiente sano.

Es por ello que se han interpuesto varios amparos en contra de la obra y un amparo colectivo en contra del plan de reubicación. “También estamos buscando que el caso pueda ser oído en una audiencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”.

Por lo pronto, el expediente ya se presentó ante la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en México. Además, la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ) difundió, el 13 de agosto de 2008, un pronunciamiento sobre el caso y solicitó al gobernador Emilio González Márquez que realizara una consulta pública, que se presentaran proyectos alternativos “en donde se establezca como prioridad el respeto a las comunidades urbanas y rurales”.

En su pronunciamiento, la CEDHJ señaló que “el progreso sostenible, sustentable, equitativo y participativo se logrará a través de un trabajo serio y democrático que favorezca no sólo a las grandes ciudades o a las grandes corporaciones, sino que impulse a las pequeñas comunidades, salvaguardando sus derechos”.

“Ya no es un cuento”

Para la Conagua, la presa El Zapotillo tiene más ventajas que puntos en contra. En su lista de argumentos resalta que la obra hidráulica, además de dotar agua potable a poco mas de 2 millones de habitantes de León, Guanajuato, y Jalisco, permitirá la reducción de la sobreexplotación de los acuíferos en la Cuenca Lerma- Chapala-Santiago, así como para el lago de Chapala.

También, dice la dependencia, se generará ecoturismo en la zona de embalse y se generarán nuevas fuentes de empleo en actividades como pesca, servicios y turismo.

Raúl Antonio Iglesias Benítez, director general del organismo de Cuenca-Lerma-Santiago-Pacífico de la Conagua, asegura que a los opositores de El Zapotillo “se tratará de convencerlos de las bondades del proyectos, de explicarles los beneficios, las mejoras en la calidad de vida”.

—¿Cuándo fue la última vez que estuvo en Temacapulín, Acasico o Palmarejo? —se le pregunta al funcionario de Conagua.
—No me acuerdo, pero sobrevolé toda la zona hace un par de meses.
—¿Cuándo fue la última vez que caminó por el poblado de Temacapulín?
—No sé, como 6 meses, una cosa así.

El Zapotillo, recalca, “ya no es un cuento”. Raúl Antonio Iglesias Benítez descarta que esta presa tenga el mismo destino que La Parota, proyecto hidroeléctrico de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que hace unas semanas fue pospuesto, y contra el cual ha existido una fuerte movilización social en el estado de Guerrero.

“Las condiciones son totalmente diferentes. Las dimensiones entre un proyecto y otro son abismales… Aquí estamos poniendo sobre la mesa la factibilidad de que 2 millones y medio de habitantes tengan agua potable”, menciona Iglesias Benítez.

“Qué hagan su presa, pero en otra parte, donde no afecten comunidades”, manifiesta María Alcaraz Martínez, regidora de Temacapulín, quien toma un descanso en las jardineras de la iglesia del pueblo. Este día ha corrido varias veces por las calles del poblado. Cada que entra al pueblo un automóvil desconocido, los habitantes le avisan a esta señora de 50 años, quien, de inmediato se acerca con los visitantes para preguntarles: “¿A qué vienen?”

“Desde que nos dijeron que iban a hacer la presa, nuestra vida cambió totalmente... han hecho que tengamos desconfianza de todas las personas”, dice. Esa desconfianza se ha incrementado en las últimas semanas, después de que la Comisión Nacional del Agua anunció a la empresa que ganó la licitación para construir la presa.

María Alcaraz toma aire y se limpia el sudor de la frente: “Ha venido gente a tomar fotos, a medir. Sentimos que eso es un acoso, es como si nos dijeran: ‘Aunque ustedes no quieran, a fuerza lo vamos a hacer, pero nosotros estamos dispuestos a defender el pueblo con nuestra propia vida”.

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